Mi patria es el Perú
“Marcha por la vida” es el nombre que lleva la movilización convocada por grupos conservadores católicos y evangélicos en contra de la despenalización del aborto en el Perú. Al inicio del llamado, los colegios públicos y religiosos dieron a conocer ciertos beneficios por la participación del alumnado. Uno de estos, es obtener una nota aprobatoria solo por asistir. Esta acción no sólo preserva la poca importancia que se le da a la soberanía de las mujeres sobre sus cuerpos; también impone el arcaico concepto de estructura familiar. Donde sólo un varón y una mujer pueden unirse, excluyendo las demás formas existentes de vínculos afectivos.
Estos actos de represión social impactan fuertemente en el inconsciente colectivo; por ende, impone pensamientos y creencias.
La educación pública es determinante para el desarrollo de la sociedad, con ella se forma nuestra nueva generación. Sin embargo, para nadie es un secreto que en el Perú, la inversión educativa en el sector público ronda el 3.5% del PBI. La formación estudiantil es una de las peores en el mundo. Es así como nace MI "PATRIA ES EL PERÚ", tras vivir de cerca el adoctrinamiento en los colegios públicos, que inculcan a los estudiantes estas doctrinas religiosas, fomentando la discriminación y segregación de quienes no cumplen los requisitos que la iglesia impone.
Me adentre en la investigación sobre cuáles son las enseñanzas que se brindan actualmente. Recolecté cuadernos escolares, que contienen láminas ilustrativas que se utilizan como imágenes de doctrina religiosa. Esto me trajo instantáneamente a la mente las estrategias de adoctrinamiento virreinal que se ejercía contra los indígenas mediante imágenes.
Esta serie de páginas acompaña irónicamente las imágenes de las láminas, dándoles un sentido contrario a lo que dice el texto, dejando en evidencia la crítica.
El proyecto se presenta como una instalación donde la luz tiene la función de obstruir la comprensión del cuaderno aludiendo a la dificultad de percibir dicha problemática social. El asiento, al ser pequeño, genera incomodidad, contribuyendo con la metáfora de obstrucción de visibilidad.