El proyecto Memorándum se inicia a partir de un interés personal por las imágenes religiosas de la época colonial. Me interesa la forma en que las imágenes se utilizaron como una forma de colonización, para expandir el dogma católico entre las personas que no conocían el idioma español, pero que se impresionaban al ver estas imágenes imponentes, traídas por los españoles. 

En ese sentido las imágenes toman el rol de la palabra bíblica para los analfabetos, y se convierten en objetos de idolatría que los acerca a la divinidad.

Otra parte de mi interés está en la situación del catolicismo en el Perú en la actualidad. En los últimos años se denunciaron muchos casos de violencia sexual y psicológica a menores, por parte de miembros de la comunidad llamada Sodalicio de Vida Cristiana, principalmente Luis Figari y Germán Doig. Estas denuncias fueron minimizadas por las autoridades y encubiertas por la Iglesia Católica, porque las consideraron como problemas internos de la institución, donde no debían intervenir las autoridades judiciales.

Al poco tiempo se dió la llegada del Papa Francisco al Perú, que tuvo una acogida masiva, y se pudo comprobar que las denuncias quedaron archivadas, a pesar de que la propia Iglesia tuvo que reconocer la culpabilidad de Figari y la veracidad de los testimonios de las víctimas.

Por eso es que quiero utilizar la capacidad que tienen las imágenes religiosas, en especial las estampas, para intervenir espacios públicos y hacer que los espectadores, los feligreses católicos, confronten sus creencias con el fantasma de la pedofilia que siempre está presente en la Iglesia Católica. 

Estas imágenes, con oraciones diferentes, se camuflan entre espacios que le brindan una carga celestial. Es una crítica directa a la Iglesia, que encubre a personas que hacen lo contrario a lo que profesan, aprovechando sus beneficios.

También tiene la intención de mostrar al feligrés lo fácil que puede ser el acceso a estas imágenes para su consumo. Es poner en evidencia y llevar a la reflexión sobre un problema social al interior de la Iglesia, y que muchas veces es encubierto por las mismas autoridades eclesiásticas. 

Para esto me apropié de cuatro pinturas de la escuela cusqueña, e inserté en ellas los rostros de estos dos acusados de cometer y propiciar abusos sexuales. Asimismo elaboré oraciones con delicados guiños sobre las acusaciones que se les imputan.

Esta intervención se desarrolla en las diferentes iglesias del centro de Lima, ya que son lugares que congregan a fieles de toda la ciudad y el país. La intención del proyecto es una severa crítica a la iglesia, por el encubrimiento a sus autoridades.